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taller miércoles 19 de Marzo de 2013
tareas realizadas en el Taller
Poemas de la coordinación
Otro poeta de la GENERACIÓN DEL 27 que no recuerdan los antologistas por no haberse exiliado o muerto cruelmente?
DÁMASO ALONSO
Mujer con alcuza
¿Adónde
va esa mujer,
arrastrándose por la acera,
ahora que ya es casi de noche,
con la alcuza en la mano?
arrastrándose por la acera,
ahora que ya es casi de noche,
con la alcuza en la mano?
Acercaos:
no nos ve.
Yo no sé qué es más gris
si el acero frío de sus ojos,
si el gris desvaído de ese chal
con el que se envuelve el cuello y la cabeza
o si el paisaje desolado de su alma.
Yo no sé qué es más gris
si el acero frío de sus ojos,
si el gris desvaído de ese chal
con el que se envuelve el cuello y la cabeza
o si el paisaje desolado de su alma.
Va
despacio, arrastrando los pies
desgastando suela, desgastando losa,
pero llevada
por un terror
oscuro,
por una voluntad de esquivar algo horrible.
desgastando suela, desgastando losa,
pero llevada
por un terror
oscuro,
por una voluntad de esquivar algo horrible.
Sí,
estamos equivocados.
Esta mujer no avanza por la acera
de esta ciudad,
esta mujer va por un campo yerto,
entre zanjas abiertas, zanjas antiguas, zanjas recientes
y tristes caballones,
de humana dimensión, de tierra removida
de tierra
que ya no cabe en el hoyo de donde se sacó,
entre abismales pozos sombríos,
y turbias simas súbitas
llenas de barro y agua fangosa y sudarios harapientos del color de la desesperanza.
Esta mujer no avanza por la acera
de esta ciudad,
esta mujer va por un campo yerto,
entre zanjas abiertas, zanjas antiguas, zanjas recientes
y tristes caballones,
de humana dimensión, de tierra removida
de tierra
que ya no cabe en el hoyo de donde se sacó,
entre abismales pozos sombríos,
y turbias simas súbitas
llenas de barro y agua fangosa y sudarios harapientos del color de la desesperanza.
Oh
sí, la conozco.
Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren
en un tren muy largo
ha viajado durante muchos días y durante muchas noches:
unas veces nevaba y hacía mucho frío,
otras veces lucía el sol y remejía el viento
arbustos juveniles
en los campos en donde incesantemente estallan extrañas flores encendidas.
Y ella ha viajado y ha viajado,
mareada por el ruido de la conversación,
por el traqueteo de las ruedas
y por el humo, por el olor a nicotina rancia.
¡Oh!:
noches y días,
días y noches,
noches y días,
días y noches,
y muchos, muchos días,
y muchas, muchas noches.
Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren
en un tren muy largo
ha viajado durante muchos días y durante muchas noches:
unas veces nevaba y hacía mucho frío,
otras veces lucía el sol y remejía el viento
arbustos juveniles
en los campos en donde incesantemente estallan extrañas flores encendidas.
Y ella ha viajado y ha viajado,
mareada por el ruido de la conversación,
por el traqueteo de las ruedas
y por el humo, por el olor a nicotina rancia.
¡Oh!:
noches y días,
días y noches,
noches y días,
días y noches,
y muchos, muchos días,
y muchas, muchas noches.
Pero
el horrible tren ha ido parando
en tantas estaciones diferentes,
que ella no sabe con exactitud ni cómo se llamaban,
ni los sitios,
ni las épocas.
en tantas estaciones diferentes,
que ella no sabe con exactitud ni cómo se llamaban,
ni los sitios,
ni las épocas.
Ella
recuerda sólo
que en todas hacía frío,
que en todas estaba oscuro,
y que al partir, al arrancar el tren
ha comprendido siempre
cuán bestial es el topetazo de la injusticia absoluta,
ha sentido siempre
una tristeza que era como un ciempiés monstruoso que le colgara de la mejilla,
como si con el arrancar del tren le arrancaran el alma,
como si con el arrancar del tren le arrancaran innumerables margaritas, blancas cual su alegría infantil en la fiesta del pueblo
como si le arrancaran los días azules, el gozo de amar a Dios y esa voluntad de minutos en sucesión que llamamos vivir.
Pero las lúgubres estaciones se alejaban,
y ella se asomaba frenética a las ventanillas,
gritando y retorciéndose,
sólo
para ver alejarse en la infinita llanura
que en todas hacía frío,
que en todas estaba oscuro,
y que al partir, al arrancar el tren
ha comprendido siempre
cuán bestial es el topetazo de la injusticia absoluta,
ha sentido siempre
una tristeza que era como un ciempiés monstruoso que le colgara de la mejilla,
como si con el arrancar del tren le arrancaran el alma,
como si con el arrancar del tren le arrancaran innumerables margaritas, blancas cual su alegría infantil en la fiesta del pueblo
como si le arrancaran los días azules, el gozo de amar a Dios y esa voluntad de minutos en sucesión que llamamos vivir.
Pero las lúgubres estaciones se alejaban,
y ella se asomaba frenética a las ventanillas,
gritando y retorciéndose,
sólo
para ver alejarse en la infinita llanura
eso,
una solitaria estación
un lugar
señalado en las tres dimensiones del gran espacio cósmico
por una cruz
bajo las estrellas,
y por fin se ha dormido,
sí, ha dormitado en la sombra,
arrullada por un fondo de lejanas conversaciones
por gritos ahogados y empañadas risas,
como de gentes que hablaran a través de mantas bien espesas,
sólo rasgadas de improviso
por lloros de niños que se despiertan mojados a la media noche,
o por cortantes chillidos de mozas a las que en los túneles les pellizcan las nalgas,
... aún mareada por el humo del tabaco.
un lugar
señalado en las tres dimensiones del gran espacio cósmico
por una cruz
bajo las estrellas,
y por fin se ha dormido,
sí, ha dormitado en la sombra,
arrullada por un fondo de lejanas conversaciones
por gritos ahogados y empañadas risas,
como de gentes que hablaran a través de mantas bien espesas,
sólo rasgadas de improviso
por lloros de niños que se despiertan mojados a la media noche,
o por cortantes chillidos de mozas a las que en los túneles les pellizcan las nalgas,
... aún mareada por el humo del tabaco.
Y
ha viajado noches y días,
sí, muchos días
y muchas noches.
Siempre parando en estaciones diferentes,
siempre con un ansia turbia, de bajar ella también, de quedarse ella también,
ay,
para siempre partir de nuevo con el alma desgarrada
para siempre dormitar de nuevo en trayectos inacabables.
sí, muchos días
y muchas noches.
Siempre parando en estaciones diferentes,
siempre con un ansia turbia, de bajar ella también, de quedarse ella también,
ay,
para siempre partir de nuevo con el alma desgarrada
para siempre dormitar de nuevo en trayectos inacabables.
...
No ha sabido cómo.
Su sueño era cada vez más profundo,
iban cesando,
casi habían cesado por fin los ruidos a su alrededor:
sólo alguna vez una risa como un puñal que brilla un instante en las sombras,
algún chillido como un limón agrio que pone amarilla un momento la noche.
Y luego nada.
Sólo la velocidad,
sólo el traqueteo de maderas y hierro
del tren,
sólo el ruido del tren.
Su sueño era cada vez más profundo,
iban cesando,
casi habían cesado por fin los ruidos a su alrededor:
sólo alguna vez una risa como un puñal que brilla un instante en las sombras,
algún chillido como un limón agrio que pone amarilla un momento la noche.
Y luego nada.
Sólo la velocidad,
sólo el traqueteo de maderas y hierro
del tren,
sólo el ruido del tren.
Y
esta mujer se ha despertado en la noche,
y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola
y ha comenzado a correr por los pasillos del tren,
de un vagón a otro,
y estaba sola,
y ha buscado al revisor, a los mozos del tren,
a algún empleado,
a algún mendigo que viajara oculto bajo un asiento,
y estaba sola
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado
quién conducía,
quien movía aquel horrible tren.
Y no le ha contestado nadie,
porque estaba sola,
porque estaba sola.
Y ha seguido días y días,
loca, frenética,
en el enorme tren vacío,
donde no va nadie,
que no conduce nadie.
y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola
y ha comenzado a correr por los pasillos del tren,
de un vagón a otro,
y estaba sola,
y ha buscado al revisor, a los mozos del tren,
a algún empleado,
a algún mendigo que viajara oculto bajo un asiento,
y estaba sola
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado
quién conducía,
quien movía aquel horrible tren.
Y no le ha contestado nadie,
porque estaba sola,
porque estaba sola.
Y ha seguido días y días,
loca, frenética,
en el enorme tren vacío,
donde no va nadie,
que no conduce nadie.
...
Y ésa es la terrible,
la estúpida fuerza sin pupilas,
que aún hace que esa mujer
avance y avance por la acera,
desgastando la suela de sus viejos zapatones,
desgastando las losas,
entre zanjas abiertas a un lado y otro,
entre caballones de tierra,
de dos metros de longitud,
con ese tamaño preciso
de nuestra ternura de cuerpos humanos.
Ah, por eso esa mujer avanza (en la mano, como el atributo de una semidiosa, su alcuza),
abriendo con amor el aire, abriéndolo con delicadeza exquisita,
como si caminara surcando un mar de cruces, o un bosque de cruces, o una nebulosa de cruces,
de cercanas cruces,
de cruces lejanas.
la estúpida fuerza sin pupilas,
que aún hace que esa mujer
avance y avance por la acera,
desgastando la suela de sus viejos zapatones,
desgastando las losas,
entre zanjas abiertas a un lado y otro,
entre caballones de tierra,
de dos metros de longitud,
con ese tamaño preciso
de nuestra ternura de cuerpos humanos.
Ah, por eso esa mujer avanza (en la mano, como el atributo de una semidiosa, su alcuza),
abriendo con amor el aire, abriéndolo con delicadeza exquisita,
como si caminara surcando un mar de cruces, o un bosque de cruces, o una nebulosa de cruces,
de cercanas cruces,
de cruces lejanas.
Ella,
en este crepúsculo que cada vez se ensombrece más
se inclina
va curvada como un signo de interrogación
con la espina dorsal arqueada
sobre el suelo.
¿Es que se asoma por el marco de su propio cuerpo de madera
como si se asomara por la ventanilla
de un tren,
al ver alejarse la estación anónima
en que se debía haber quedado?
¿Es que le pesan, es que le cuelgan del cerebro
sus recuerdos de tierra en putrefacción,
y se le tensan tirantes cables invisibles
desde sus tumbas diseminadas?
¿O es que como esos almendros
que en el verano estuvieron cargados de demasiada fruta
conserva aún en el invierno el tierno vicio
guarda aún el dulce álabe
de la cargazón y de la compañía,
en sus; tristes ramas desnudas, donde ya ni se posan los pájaros?
en este crepúsculo que cada vez se ensombrece más
se inclina
va curvada como un signo de interrogación
con la espina dorsal arqueada
sobre el suelo.
¿Es que se asoma por el marco de su propio cuerpo de madera
como si se asomara por la ventanilla
de un tren,
al ver alejarse la estación anónima
en que se debía haber quedado?
¿Es que le pesan, es que le cuelgan del cerebro
sus recuerdos de tierra en putrefacción,
y se le tensan tirantes cables invisibles
desde sus tumbas diseminadas?
¿O es que como esos almendros
que en el verano estuvieron cargados de demasiada fruta
conserva aún en el invierno el tierno vicio
guarda aún el dulce álabe
de la cargazón y de la compañía,
en sus; tristes ramas desnudas, donde ya ni se posan los pájaros?
(Elegía a Federico
García Lorca)
I
Dime,
¿te encuentras bien junto a esas flores?
Has muerto, y tu silencio nos rodea:
un enorme silencio (ayer, palabras
mágicas, invasoras profecías).
Hoy tu callar, redondo, nos envuelve
como un agua nocturna, ya sin aves,
como forma sin forma, como un vaho,
un desasido vaho en luz difusa.
Has muerto, y tu silencio nos rodea:
un enorme silencio (ayer, palabras
mágicas, invasoras profecías).
Hoy tu callar, redondo, nos envuelve
como un agua nocturna, ya sin aves,
como forma sin forma, como un vaho,
un desasido vaho en luz difusa.
¿Qué fue de tu árbol
ágil, todo viento?
¿Qué fue de ti, gallarda cresta viva?
Tu tierno ardor, que coronaba el éxtasis,
¿cristalizó en quietud? ¿Cómo cesaron
de expresar la belleza más intacta
tus manos, cazadoras de tesoros,
tus dos manos en búsqueda frenética?
Ese tu claro sueño desvelado,
profunda cabellera de la noche,
¿por qué espacios se irradia transparentes
o en qué turbio torpor de nebulosa
se congeló? Y aquella norma oscura
que encadenaba en música palabras,
¿qué números impone a las estrellas,
qué ley al Sol, qué signos a lo extenso?
¿Qué fue de ti, gallarda cresta viva?
Tu tierno ardor, que coronaba el éxtasis,
¿cristalizó en quietud? ¿Cómo cesaron
de expresar la belleza más intacta
tus manos, cazadoras de tesoros,
tus dos manos en búsqueda frenética?
Ese tu claro sueño desvelado,
profunda cabellera de la noche,
¿por qué espacios se irradia transparentes
o en qué turbio torpor de nebulosa
se congeló? Y aquella norma oscura
que encadenaba en música palabras,
¿qué números impone a las estrellas,
qué ley al Sol, qué signos a lo extenso?
Un enorme silencio nos
circunda:
un mundo en omisión, un gran sudario.
¿Has muerto, di? ¿Te sueño yo, en la muerte?
El agua del espejo, más helada,
nos dice la verdad: somos los muertos.
Somos nosotros los perdidos, vamos,
muertos de ti, con luto de tu sombra,
a tientas de tu rastro, dando voces
a una ausencia, preguntas a un olvido.
Vacías estructuras funerales,
oh, cuán inexorablemente, cierran
un horizonte rojo. Nuestra angustia
quiere tu densa voz y tu sonrisa:
vacío, soledad, silencio, sombra.
A una oquedad sin puerta preguntamos,
a un alcázar de pausas, siempre mudo.
un mundo en omisión, un gran sudario.
¿Has muerto, di? ¿Te sueño yo, en la muerte?
El agua del espejo, más helada,
nos dice la verdad: somos los muertos.
Somos nosotros los perdidos, vamos,
muertos de ti, con luto de tu sombra,
a tientas de tu rastro, dando voces
a una ausencia, preguntas a un olvido.
Vacías estructuras funerales,
oh, cuán inexorablemente, cierran
un horizonte rojo. Nuestra angustia
quiere tu densa voz y tu sonrisa:
vacío, soledad, silencio, sombra.
A una oquedad sin puerta preguntamos,
a un alcázar de pausas, siempre mudo.
Ay hombre de mi sangre.
Ay sal de España.
Aceite del olivo era tu verso
y harina y acemite de los panes
y un denso mosto de fervientes cubas
y del espino albar y la amapola
la flor, y del tomillo y la retama.
De mar a mar ya zumban tus cantares.
Aceite del olivo era tu verso
y harina y acemite de los panes
y un denso mosto de fervientes cubas
y del espino albar y la amapola
la flor, y del tomillo y la retama.
De mar a mar ya zumban tus cantares.
Pero el verso mejor se
fue contigo
a una España del Oro, cuyas torres,
doradas por la gloria, se proyectan,
cúmulos en el día de un verano,
sin ansias, sin ayer: quieto futuro.
Un misterio de luz cela un recóndito
centro de eterna patria incontingente.
Te nos has vuelto a la matriz sombría,
de su más virgen vena soterraña
manabas, y, alumbrado, fuiste forma:
signo de un día, eternidad profunda.
a una España del Oro, cuyas torres,
doradas por la gloria, se proyectan,
cúmulos en el día de un verano,
sin ansias, sin ayer: quieto futuro.
Un misterio de luz cela un recóndito
centro de eterna patria incontingente.
Te nos has vuelto a la matriz sombría,
de su más virgen vena soterraña
manabas, y, alumbrado, fuiste forma:
signo de un día, eternidad profunda.
Y ese más bello canto que
contigo
a la entraña se fue de la armonía
donde en amor se buscan las estrellas,
será pauta de músicas veladas,
reverterá sobre los campos nuestros
al ritmo de la nueva sembradura,
flameará en poetas solitarios,
atónitos, de pronto, a alto sentido,
y cantará en la sal de nuestros mares,
eterno en ti, sobre mi España eterna.
a la entraña se fue de la armonía
donde en amor se buscan las estrellas,
será pauta de músicas veladas,
reverterá sobre los campos nuestros
al ritmo de la nueva sembradura,
flameará en poetas solitarios,
atónitos, de pronto, a alto sentido,
y cantará en la sal de nuestros mares,
eterno en ti, sobre mi España eterna.
II
Los
muertos más profundos
aire en el aire, van.
aire en el aire, van.
JORGE
GUILLÉN
Dinos, ¿te encuentras
bien junto a esas flores?
Te miro en un paisaje al claroscuro,
por lentas avenidas solitarias,
en las que Dios con alas invisibles
roza apenas las copas de los árboles.
¿Adónde va, poeta, ese camino?
Hacia la noche lentamente avanzas.
Voy en tu alcance. En vano intento asirte:
viento no más entre mis brazos, sombra.
Te llamo, y un momento te detienes
como si recordaras de un espanto,
y vuelves, noche en noche, tu figura.
¿Me miras? No me ves. Son otras formas
las que en la hondura flotan del aljibe
vago de tus pupilas dilatadas.
Y esa rosa que llevas en la mano
es la rosa del mundo de los muertos.
¡Mírame! ¿No me ves? Yo soy tu amigo.
Ahora digo tu nombre. ¿No me escuchas?
¡Óyeme, aguarda!: yo también querría
irme de aquí, contigo siempre, siempre.
... Y te alejas, te alejas deshilándole
en hebrillas de niebla que se funden
por el azul sin luna de la noche.
Te miro en un paisaje al claroscuro,
por lentas avenidas solitarias,
en las que Dios con alas invisibles
roza apenas las copas de los árboles.
¿Adónde va, poeta, ese camino?
Hacia la noche lentamente avanzas.
Voy en tu alcance. En vano intento asirte:
viento no más entre mis brazos, sombra.
Te llamo, y un momento te detienes
como si recordaras de un espanto,
y vuelves, noche en noche, tu figura.
¿Me miras? No me ves. Son otras formas
las que en la hondura flotan del aljibe
vago de tus pupilas dilatadas.
Y esa rosa que llevas en la mano
es la rosa del mundo de los muertos.
¡Mírame! ¿No me ves? Yo soy tu amigo.
Ahora digo tu nombre. ¿No me escuchas?
¡Óyeme, aguarda!: yo también querría
irme de aquí, contigo siempre, siempre.
... Y te alejas, te alejas deshilándole
en hebrillas de niebla que se funden
por el azul sin luna de la noche.
¿Adónde va, poeta, ese
camino?
¿Qué nostalgia te impulsa, qué agonía?
Cruzan navíos las oscuras aguas,
caballos al galope por las trochas,
cometas el espacio, ayes el aire,
¿adónde van? ¿Adónde vas, poeta?
¿Qué nostalgia te impulsa, qué agonía?
Cruzan navíos las oscuras aguas,
caballos al galope por las trochas,
cometas el espacio, ayes el aire,
¿adónde van? ¿Adónde vas, poeta?
Es la hora en que bullen
las ciudades
de la ansiedad. Estúpidos cortejos
entre una palabrera algarabía
ventean avizor la prima noche,
como canes hambrientos, y se lanzan
en busca de placer. Monstruosos labios,
Molocs de piedra artificial, devoran
la frenética hilera interminable,
ávida de soñar (¡Cuán pobres sueños!)
de la ansiedad. Estúpidos cortejos
entre una palabrera algarabía
ventean avizor la prima noche,
como canes hambrientos, y se lanzan
en busca de placer. Monstruosos labios,
Molocs de piedra artificial, devoran
la frenética hilera interminable,
ávida de soñar (¡Cuán pobres sueños!)
Amarillos tranvías
taciturnos
desflecan a intervalos la marea
en creciente del odio, entre las horas
estériles de no saber amar,
de no entender la luz.
(¡La luz, la hierba, el árbol,
el pájaro, la flor, el verso, el agua!)
Las gárrulas esfinges vocingleras
Los gárrulos altavoces y periódicos
proponen consignadas profecías
a torvos corazones harapientos. Y al conjuro,
en ojos mortecinos centellea
una ilusión aún. Ávidas manos
manos estériles
se aterran a jirones de la vida.
El prostíbulo brota en carcajadas
y arde en alcohol el árbol de la muerte.
desflecan a intervalos la marea
en creciente del odio, entre las horas
estériles de no saber amar,
de no entender la luz.
(¡La luz, la hierba, el árbol,
el pájaro, la flor, el verso, el agua!)
Las gárrulas esfinges vocingleras
Los gárrulos altavoces y periódicos
proponen consignadas profecías
a torvos corazones harapientos. Y al conjuro,
en ojos mortecinos centellea
una ilusión aún. Ávidas manos
manos estériles
se aterran a jirones de la vida.
El prostíbulo brota en carcajadas
y arde en alcohol el árbol de la muerte.
¿Adónde va, poeta, ese
camino?
Dios alienta en el aura de la noche,
y tú eres ya vilano de ese aliento.
Los rumbos de los muertos, en la noche,
¿adónde van? ¿Adónde, tu camino?
Dios alienta en el aura de la noche,
y tú eres ya vilano de ese aliento.
Los rumbos de los muertos, en la noche,
¿adónde van? ¿Adónde, tu camino?
Un infinito anhelo, una
tristeza
irreparable, una querencia oscura, turbia,
te arrastra, ¿hacia qué sierras o qué mares?
Bajo un tamiz de lunas en espectro,
se repelan pinadas a las cumbres,
en una fuga pánica; en lo hondo,
macizas sombras atenazan llanto:
agua, triste de noche. La llanura
es un lago de sombra y vaticinio.
¡Efluvios inmortales de un portento,
pausas de expectación, hálito alerta
de intactos seres surgen de la nada!
Los muertos, en la noche tienen rumbos.
irreparable, una querencia oscura, turbia,
te arrastra, ¿hacia qué sierras o qué mares?
Bajo un tamiz de lunas en espectro,
se repelan pinadas a las cumbres,
en una fuga pánica; en lo hondo,
macizas sombras atenazan llanto:
agua, triste de noche. La llanura
es un lago de sombra y vaticinio.
¡Efluvios inmortales de un portento,
pausas de expectación, hálito alerta
de intactos seres surgen de la nada!
Los muertos, en la noche tienen rumbos.
Tristísima nostalgia
hacia la carne.
¡Ser, ser, ansia de ser! Angustia, asfixia,
evocación, sin luces, de una ausencia,
arcos de puente, hacia la vida rotos,
¡oh rosas sumergidas, oh los lirios!
El desvaído mundo de los muertos
-¡ser!- quiere ser, y es sólo una memoria.
¡Ser, ser, ansia de ser! Angustia, asfixia,
evocación, sin luces, de una ausencia,
arcos de puente, hacia la vida rotos,
¡oh rosas sumergidas, oh los lirios!
El desvaído mundo de los muertos
-¡ser!- quiere ser, y es sólo una memoria.
¿Dónde te lleva tu
memoria ausente?
¿Siente quizá tu nada el alto soplo,
las agrias cresterías intangibles
de la sierra de plata, que recoge
de aquella vega (donde aún galopan
sombras de caballeros en algara)
el aroma y la luz dormida? ¿Acaso
te lleva el viento sobre los remates
de tu ciudad, que pueblan maravillas?
Tal vez sube la flor de la ribera
como un vaho hacia ti, y oyes las voces
y las quietas esquilas del ganado
y el cantar de las fuentes; ves tu casa,
la casa de tus sueños cuando niño.
Por la dulce ventana luminosa,
la rutinaria escena de otros días:
ya ponen tus hermanas los manteles;
la menor ahora canta, ahora se queda
pensativa, ahora ríe... (¿Un amor nuevo?)
¡Llegar! ¡Volver!
¿Siente quizá tu nada el alto soplo,
las agrias cresterías intangibles
de la sierra de plata, que recoge
de aquella vega (donde aún galopan
sombras de caballeros en algara)
el aroma y la luz dormida? ¿Acaso
te lleva el viento sobre los remates
de tu ciudad, que pueblan maravillas?
Tal vez sube la flor de la ribera
como un vaho hacia ti, y oyes las voces
y las quietas esquilas del ganado
y el cantar de las fuentes; ves tu casa,
la casa de tus sueños cuando niño.
Por la dulce ventana luminosa,
la rutinaria escena de otros días:
ya ponen tus hermanas los manteles;
la menor ahora canta, ahora se queda
pensativa, ahora ríe... (¿Un amor nuevo?)
¡Llegar! ¡Volver!
Pero en la brisa pasas,
y el imposible beso se deshace
en vedijas de aroma entre la noche.
y el imposible beso se deshace
en vedijas de aroma entre la noche.
Las horas lentas caen
sobre tu olvido.
Y en el estanque, junto a los cipreses,
ni un pliegue, ni una luz.
Y en el estanque, junto a los cipreses,
ni un pliegue, ni una luz.
¡Oh vida! ¡Oh vida!
III
Morir es aspirar una flor
nueva,
un aroma que es sueño y nos invade
como un agua densísima. La Nada
acoge dulcemente a los vencidos.
un aroma que es sueño y nos invade
como un agua densísima. La Nada
acoge dulcemente a los vencidos.
Oh la Nada absoluta.
Los mortales temblamos a sus luces.
En esas claras horas del insomnio
he mirado sus ojos frente a frente:
es un amor, es un furor de hielo,
es una tromba quieta, sobre un mundo
sin extensión, sin forma, sin rumores.
Una idea de viento huracanado,
como el soplo de un dios posible, surge
del inminente hueco impenetrable.
¡Qué negras cabelleras derramadas,
Los mortales temblamos a sus luces.
En esas claras horas del insomnio
he mirado sus ojos frente a frente:
es un amor, es un furor de hielo,
es una tromba quieta, sobre un mundo
sin extensión, sin forma, sin rumores.
Una idea de viento huracanado,
como el soplo de un dios posible, surge
del inminente hueco impenetrable.
¡Qué negras cabelleras derramadas,
qué ángulos estériles,
qué augurios,
qué entrecortadas nieves, qué siseos!
Tristes aves sin sombra huyen perdidas
por cielos sin espacio. Desasidos
sueños sin soñador dejan estelas
inexistentes. Van con rotas jarcias
fantásticos navíos, a deshora,
cruzando un mar sin tiempo, proejando
hacia puertos sin nombre. Y en el fondo
del espectral laboratorio gélido,
en el alto alambique, borbotean
tiempo y eternidad.
qué entrecortadas nieves, qué siseos!
Tristes aves sin sombra huyen perdidas
por cielos sin espacio. Desasidos
sueños sin soñador dejan estelas
inexistentes. Van con rotas jarcias
fantásticos navíos, a deshora,
cruzando un mar sin tiempo, proejando
hacia puertos sin nombre. Y en el fondo
del espectral laboratorio gélido,
en el alto alambique, borbotean
tiempo y eternidad.
Oh, no: la Nada
acoge dulcemente a los vencidos.
Tiene amores de madre, y es la madre
adonde vuelve todo lo que vive.
Este gran frenesí siempre en futuro,
este anhelo insaciable de mañana,
por hondos tajos, por ignotas hoces
de sombra y luz, de espanto y de prodigio,
esta angustia de ser que es nuestra vida,
un día rompe el dique y se desborda
sobre el remanso oscuro del reposo
en el lago sin tiempo y sin ribera.
¡Pausas, fragor, susurros! Y la Nada
acoge dulcemente a los vencidos.
acoge dulcemente a los vencidos.
Tiene amores de madre, y es la madre
adonde vuelve todo lo que vive.
Este gran frenesí siempre en futuro,
este anhelo insaciable de mañana,
por hondos tajos, por ignotas hoces
de sombra y luz, de espanto y de prodigio,
esta angustia de ser que es nuestra vida,
un día rompe el dique y se desborda
sobre el remanso oscuro del reposo
en el lago sin tiempo y sin ribera.
¡Pausas, fragor, susurros! Y la Nada
acoge dulcemente a los vencidos.
Oh qué felicidad, cerrar
los párpados
y entregarse a ese beso, el más hermoso
beso de nuestra vida. Oh noche quieta,
mudo testigo de la gran dulzura
en que se adensan nuestros claros días.
Oh gran sosiego, puerta negra al fondo,
cuando miran las pálidas estrellas
benignamente al que cruzó la linde.
y entregarse a ese beso, el más hermoso
beso de nuestra vida. Oh noche quieta,
mudo testigo de la gran dulzura
en que se adensan nuestros claros días.
Oh gran sosiego, puerta negra al fondo,
cuando miran las pálidas estrellas
benignamente al que cruzó la linde.
Oh muerte, amada de este
fiel amante
que es el que vive y en tu busca avanza
para saciarse en ti. Oh muerte, dulce,
leal enamorada y sin engaño:
recibe en tu reposo a nuestro amigo.
Siempre te amó, puesto que amó la vida.
que es el que vive y en tu busca avanza
para saciarse en ti. Oh muerte, dulce,
leal enamorada y sin engaño:
recibe en tu reposo a nuestro amigo.
Siempre te amó, puesto que amó la vida.
¡Corónale de flores
funerales,
mientras aquí esparcimos violetas
y lágrimas sobre una piedra muda!
mientras aquí esparcimos violetas
y lágrimas sobre una piedra muda!
A ti buscaba aquel
sentido ignoto
de sus juegos de niño; a ti, los sueños
turbios de su terrible adolescencia.
Vio el mar, los bosques, las montañas súbitas
Sobre lentas llanuras dilatadas;
vio en los cielos las luces temblorosas
de las profundas noches de verano,
y le subía al alma una marea
de deseos oscuros: no sabía
que tú con mudas voces le llamabas.
Y conoció el amor. Vencidos cuerpos
se desplomaban sobre la delicia.
¿Lo fugaz conquistó lo permanente?
de sus juegos de niño; a ti, los sueños
turbios de su terrible adolescencia.
Vio el mar, los bosques, las montañas súbitas
Sobre lentas llanuras dilatadas;
vio en los cielos las luces temblorosas
de las profundas noches de verano,
y le subía al alma una marea
de deseos oscuros: no sabía
que tú con mudas voces le llamabas.
Y conoció el amor. Vencidos cuerpos
se desplomaban sobre la delicia.
¿Lo fugaz conquistó lo permanente?
Allá abajo, en la veta
más profunda
espiaba tu faz inescrutable.
espiaba tu faz inescrutable.
¡Tú, muerte, tú, el amor;
tú, en el amigo;
tú, la melancolía, los presagios,
los tímidos avances temblorosos;
tú, los rojos carbones y las llamas;
tú, el espasmo dulcísimo, tú oculta
amante, único amor, eterna amante!
Amó. Gritaba: "¡Vida! ¡Más, más vida!"
¡Amor, amor, principio de la muerte!
tú, la melancolía, los presagios,
los tímidos avances temblorosos;
tú, los rojos carbones y las llamas;
tú, el espasmo dulcísimo, tú oculta
amante, único amor, eterna amante!
Amó. Gritaba: "¡Vida! ¡Más, más vida!"
¡Amor, amor, principio de la muerte!
¡Terrible diosa de ojos
dulces, sácialo!
Ya es sólo para ti: ya siempre tuyo.
Siempre. Ya es inmortal, ya es dios, ya es nada
Ya es sólo para ti: ya siempre tuyo.
Siempre. Ya es inmortal, ya es dios, ya es nada
y UN SURREALISTA POCO LEÍDO
LOUIS ARAGÓN
El grado más
alto de la tristeza tanto puede ser
un general
ciego mendigando a través de las islas
como hacia
las 3 de la mañana la avenida de la Ópera
No hay
límites para la melancolía humana
Se cuenta
siempre con una piedra para colocar sobre la pirámide de las lágrimas
Estáis
seguros de padecer tanto como una mujer estrangulada
en el
momento en que ella sabe que todo ha terminado y desea acabar
Estáis
seguros de que no valdría más
ser
estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las horas que se acercan
Desde hace
tiempo vivo mi último minuto
La arena que
mastico es la de una agonía invisible y perpetua
Las llamas
que hago recortar de tiempo en tiempo por el peluquero
son las
únicas en delatar el negro infierno interior que me habita
Como cuerpos
privados de sepultura
los hombres
se pasean por el jardín de mi mirada
Soñadores
inexplicables
o soy el
único a quien golpea una mano desecada
en este
desierto poblado entre estas flores áridas
Amo y soy
amado Nada nos separa
Por qué
entonces estar triste en el corazón espléndido del amor
El mundo
sacude su estúpida cabeza Sabelotodo
Amo aunque
la vida sea mortalmente intolerable
Amo aunque
luego me vea obligado a aullar
Detrás de mí
arrastro el manto fantasmal de las intenciones ocultas
Una cadena
de perfeccionamientos del dolor moral
suena a mis
pies espantosamente desdichados
Amo y nos
amamos pero en medio de un naufragio
pero en la
punta de un puñal y no puedo
no puedo
soportar el mal que esto ha de hacerte
Tus ojos tus
ojos amor mío desorbitados por todo lo que sea placer
Que me
arranquen el corazón con tenazas
que terminen
con mi cabeza que se despega
Bebo una
leche como tinta y la hora del mediodía
se parece al
carbón de los pantanos
donde se
marchita el Sphagnum al que tomo por mi imagen en los espejos
Yo amo Yo te
amo pero
en la cala
de un barco en el instante de dar el salto Impaciencia
Innoble
impaciencia de saber si eso podrá soportarse
Es probable
que todos me juzguen un criminal
guiándose
sólo por las debilidades y el aspecto
Ese hombre
que según los diarios de la mañana decapitó a su amante
mientras
dormía a su lado sollozó en el juzgado
La había
asesinado en el cuarto después
en el sótano
primero con un cuchillo luego con una sierra
separó la
cabeza adorable para poner
el cuerpo en
una bolsa lamentablemente algo pequeña
Sollozó en
el juzgado
No somos
acaso parecidos a las palmas
que crecen
unidas florecen y fructifican
para dar una
imagen del amor perfecto
El otoño
llega con las manos llenas de ilusiones resplandecientes
Qué crimen
es ese que me hace sollozar
Mirad mi
amor está vivo Muéstrate querida mía
Nada podréis
probar La coartada verde como una floresta
Se extiende
por el horizonte donde graznan inútilmente los cuervos
Sin embargo
en cada árbol hay un ahorcado que se balancea
en cada hoja
una mancha de sangre
Qué puede
haber peor que el cielo al amanecer o el betún de la tarde
Qué es eso
que me impide morder a los paseantes en los bulevares
La amargura
que siento crecer en mí puede ser el primer
torrente de un diluvio
a cuyo lado
el otro parece un vulgar desborde de cloacas
Recuerdo que
en mil quinientos cuarenta y uno
cerca de
Pavía
cuando me
apresaron en la campiña por donde deambulaba
víctima de
los primeros efectos del mal
los
campesinos no quisieron creerme cuando les dije la verdad
Rehusaron
tomarme por lobo furioso
a causa de
mi piel humana y Santos Tomases
eternos de
la ciencia experimental
cuando les
confesé que mi piel lupina estaba oculta
entre
pellejo y carne
con sus
puñales me hicieron tajos en los miembros y el cuerpo
para
verificar mis melancólicas afirmaciones
no me
tocaron la cara
espantados
por la atroz poesía de mis rasgos
Qué es eso
que me impulsa a aullar en las tumbas
qué es eso
que me obliga a escarbar irresistiblemente en el polvo
donde
duermen los enamorados en descomposición
Qué vas tú a
exhumar como si la luz viviente
no tuviera
bastante con las heridas de los vivos
Dadme el
lenguaje tenebroso de los ajusticiados en la silla eléctrica
el
vocabulario último de los guillotinados
La
existencia es un ojo reventado Que se me entienda
bien un ojo
que hacen reventar a cada instante
el harakiri
sin fin Me enfurezco
al ver la
calma idiota con que reciben mis gritos
Por eso
quiero sacar de las fosas hipócritas
a los
fallecidos de muerte violenta con sus pupilas horrorizadas
quiero
desterrar a las víctimas de las catástrofes
cuyos
esqueletos conservan las posturas del terror
que se
adaptan maravillosamente a estos días que corren
Decía
precisamente mi vecina que hay
gentes que
se tiran al agua
Si soy una
bestia babosa a quien el asco del mundo
hace babear
sería muy fácil acabar con todo
amor mío
amor mío oyes esta blasfemia
No es la
palidez del amor no es la palidez de la muerte
sino la de
los lobos ésta que hay en mi rostro
No puedo
morir a causa de esta flor inmensa
cuyo cáliz
no puedo soportar que se cierre
Se ha
logrado un notable progreso en materia de torturas
sobre el
cobayo que soy
sobre el
cobayo salvaje que soy las dos manos
atrapadas en
dos puertas
el amor la
muerte
y unos
hércules abstractos se apoyan sobre las dos puertas
con la
tranquila seguridad de un número de music-hall
ejecutado
sin ningún esfuerzo aparente
Cómo nunca
notaste que mis besos se parecían a las palabras sacrílegas
que son todo
lo que queda por decir a los esclavos descuartizados
Cómo nunca
notaste que te amo en el instante mismo en me matan
que es
siempre la última vez que gozo abominablemente en tus brazos
Tus brazos
tan bellos que ahí está justamente
ahí está lo
más terrible
Todo tendrá
que acabar de modo salvaje
Yo te
perteneceré haré arrojar a tu amante a las fieras
O lo haré
examinar con engaños por un médico alienista
o bien lo
mataré fríamente
amor mío
durante su
sueño mientras yace pálido y desnudo
mientras los
lobos surgen en torno de los cementerios donde duermen
los bellos
días que pasamos juntos amor mío.
tareas semana
El grado más
alto de la tristeza tanto puede ser
un general
ciego mendigando a través de las islas
como hacia
las 3 de la mañana la avenida de la Ópera
No hay
límites para la melancolía humana
Se cuenta
siempre con una piedra para colocar sobre la pirámide de las lágrimas
Estáis
seguros de padecer tanto como una mujer estrangulada
en el
momento en que ella sabe que todo ha terminado y desea acabar
Estáis
seguros de que no valdría más
ser
estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las horas que se acercan
Desde hace
tiempo vivo mi último minuto
La arena que
mastico es la de una agonía invisible y perpetua
Las llamas
que hago recortar de tiempo en tiempo por el peluquero
son las
únicas en delatar el negro infierno interior que me habita
Como cuerpos
privados de sepultura
los hombres
se pasean por el jardín de mi mirada
Soñadores
inexplicables
o soy el
único a quien golpea una mano desecada
en este
desierto poblado entre estas flores áridas
Amo y soy
amado Nada nos separa
Por qué
entonces estar triste en el corazón espléndido del amor
El mundo
sacude su estúpida cabeza Sabelotodo
Amo aunque
la vida sea mortalmente intolerable
Amo aunque
luego me vea obligado a aullar
Detrás de mí
arrastro el manto fantasmal de las intenciones ocultas
Una cadena
de perfeccionamientos del dolor moral
suena a mis
pies espantosamente desdichados
Amo y nos
amamos pero en medio de un naufragio
pero en la
punta de un puñal y no puedo
no puedo
soportar el mal que esto ha de hacerte
Tus ojos tus
ojos amor mío desorbitados por todo lo que sea placer
Que me
arranquen el corazón con tenazas
que terminen
con mi cabeza que se despega
Bebo una
leche como tinta y la hora del mediodía
se parece al
carbón de los pantanos
donde se
marchita el Sphagnum al que tomo por mi imagen en los espejos
Yo amo Yo te
amo pero
en la cala
de un barco en el instante de dar el salto Impaciencia
Innoble
impaciencia de saber si eso podrá soportarse
Es probable
que todos me juzguen un criminal
guiándose
sólo por las debilidades y el aspecto
Ese hombre
que según los diarios de la mañana decapitó a su amante
mientras
dormía a su lado sollozó en el juzgado
La había
asesinado en el cuarto después
en el sótano
primero con un cuchillo luego con una sierra
separó la
cabeza adorable para poner
el cuerpo en
una bolsa lamentablemente algo pequeña
Sollozó en
el juzgado
No somos
acaso parecidos a las palmas
que crecen
unidas florecen y fructifican
para dar una
imagen del amor perfecto
El otoño
llega con las manos llenas de ilusiones resplandecientes
Qué crimen
es ese que me hace sollozar
Mirad mi
amor está vivo Muéstrate querida mía
Nada podréis
probar La coartada verde como una floresta
Se extiende
por el horizonte donde graznan inútilmente los cuervos
Sin embargo
en cada árbol hay un ahorcado que se balancea
en cada hoja
una mancha de sangre
Qué puede
haber peor que el cielo al amanecer o el betún de la tarde
Qué es eso
que me impide morder a los paseantes en los bulevares
La amargura
que siento crecer en mí puede ser el primer
torrente de un diluvio
a cuyo lado
el otro parece un vulgar desborde de cloacas
Recuerdo que
en mil quinientos cuarenta y uno
cerca de
Pavía
cuando me
apresaron en la campiña por donde deambulaba
víctima de
los primeros efectos del mal
los
campesinos no quisieron creerme cuando les dije la verdad
Rehusaron
tomarme por lobo furioso
a causa de
mi piel humana y Santos Tomases
eternos de
la ciencia experimental
cuando les
confesé que mi piel lupina estaba oculta
entre
pellejo y carne
con sus
puñales me hicieron tajos en los miembros y el cuerpo
para
verificar mis melancólicas afirmaciones
no me
tocaron la cara
espantados
por la atroz poesía de mis rasgos
Qué es eso
que me impulsa a aullar en las tumbas
qué es eso
que me obliga a escarbar irresistiblemente en el polvo
donde
duermen los enamorados en descomposición
Qué vas tú a
exhumar como si la luz viviente
no tuviera
bastante con las heridas de los vivos
Dadme el
lenguaje tenebroso de los ajusticiados en la silla eléctrica
el
vocabulario último de los guillotinados
La
existencia es un ojo reventado Que se me entienda
bien un ojo
que hacen reventar a cada instante
el harakiri
sin fin Me enfurezco
al ver la
calma idiota con que reciben mis gritos
Por eso
quiero sacar de las fosas hipócritas
a los
fallecidos de muerte violenta con sus pupilas horrorizadas
quiero
desterrar a las víctimas de las catástrofes
cuyos
esqueletos conservan las posturas del terror
que se
adaptan maravillosamente a estos días que corren
Decía
precisamente mi vecina que hay
gentes que
se tiran al agua
Si soy una
bestia babosa a quien el asco del mundo
hace babear
sería muy fácil acabar con todo
amor mío
amor mío oyes esta blasfemia
No es la
palidez del amor no es la palidez de la muerte
sino la de
los lobos ésta que hay en mi rostro
No puedo
morir a causa de esta flor inmensa
cuyo cáliz
no puedo soportar que se cierre
Se ha
logrado un notable progreso en materia de torturas
sobre el
cobayo que soy
sobre el
cobayo salvaje que soy las dos manos
atrapadas en
dos puertas
el amor la
muerte
y unos
hércules abstractos se apoyan sobre las dos puertas
con la
tranquila seguridad de un número de music-hall
ejecutado
sin ningún esfuerzo aparente
Cómo nunca
notaste que mis besos se parecían a las palabras sacrílegas
que son todo
lo que queda por decir a los esclavos descuartizados
Cómo nunca
notaste que te amo en el instante mismo en me matan
que es
siempre la última vez que gozo abominablemente en tus brazos
Tus brazos
tan bellos que ahí está justamente
ahí está lo
más terrible
Todo tendrá
que acabar de modo salvaje
Yo te
perteneceré haré arrojar a tu amante a las fieras
O lo haré
examinar con engaños por un médico alienista
o bien lo
mataré fríamente
amor mío
durante su
sueño mientras yace pálido y desnudo
mientras los
lobos surgen en torno de los cementerios donde duermen
los bellos
días que pasamos juntos amor mío.
- derramo mi sangre en el arco de tu cabello
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