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tareas de lectura Taller de Poesía
Artículo sacado del diario digital
COMENTARIO DE TEXTO
Autor del artículo
J.C.Monedero
El loco, decía Lacán, no es el desequilibrado mental que
se cree rey, sino el rey que se cree rey. Ser rey en 2013 es como usar
un calcetín para no preñar, creer que la luz eléctrica la enciende el
diablo o darse con un látigo de cinco puntas en la espalda para que los
pecados se blanqueen. Por eso las coronaciones o los matrimonios reales
necesitan ser tan efectistas: tienen que compensar con oropel y maneras
antiguas lo increíble del asunto. ¿Te acuerdas, Felipe, de tu boda y
todo aquel gasto descomunal? Los reyes, además, tienen que llenar de
brumas su pasado, para que no aparezca un puñal, un veneno, una
traición, un matrimonio de conveniencia, un soborno, una matazón de
campesinos. ¿Quién fue el primero de la saga? Reyes, dinastías,
príncipes herederos, argumentos legitimistas... Pudo ser o no. Los
borbones son un accidente. Viendo la historia, un desafortunado
accidente. No es que los Habsburgo, vulgo Austrias, fueran mejores. Ni
mucho menos. Pero los de la flor de lis, quizá por la cercanía, vienen
frenando lo inteligente en la historia reciente desde, cuando menos, la
Revolución Francesa. De Fernando VII, ni hablamos.
No queremos que
seas rey, Felipe. Ya no son tiempos. Tu bisabuelo entendió que este
pueblo ya no lo quería. Se marchó. Si se hubiera quedado, lo hubieran
encarcelado. Pese a los intentos de la derecha de exonerarle de toda
culpa. Tu padre, tú mismo, soy millonarios gracias al dinero heredado.
(Lo de tu hermana se está discutiendo en sede judicial). Por decirlo
amable. No heredáis solamente el derecho de convertirnos en súbditos.
Siempre heredáis mucho dinero. Y luego lo sabéis mover muy bien. Por
decirlo amable. Los republicanos somos amables. Sabemos que el futuro,
de no mediar un apocalipsis nuclear, será republicano. Si hay
catástrofe, habrá reyes. Otra razón para no quereros reinando. Nos da
mal fario.
A tu padre lo nombró un dictador. Franco. A ti te
nombró tu padre. Juan Carlos de Borbón. Siguiendo vuestras normas, le
correspondía, por edad, a tu hermana Elena. No la dejasteis. Luego os
molesta que el pueblo haga diferencias entre las personas listas y las
personas tontas. Aunque viendo el comportamiento de la lista, más nos
valdría que no lo fuera tanto. No hay momento en el que hayáis reinado
en el que la inteligencia no os haya repudiado. Tantos siglos y no
habéis dejado ni siquiera un buen libro escrito por alguno de vosotros,
una sinfonía, un cuadro, una patente. A ti te pusieron en una ocasión a
presentar una serie sobre la naturaleza. Tu padre ya se había bajado a
unos cuantos elefantes, osos y demás animales con ojos lo
suficientemente grandes como para estremecerte cuando les disparas. Bien
lo sabías, pero te pusiste a darnos lecciones de respeto a la
naturaleza. Siempre nos dais lecciones de lo que no hacéis. Como cuando
tu padre nos habla el 24 de diciembre de la familia cristiana. De
Corina, ni hablamos.
Como la iglesia, decís una cosa y hacéis
otra. Hasta ecologista te han presentado. ¿Cuánta gente de la familia
real está vinculada a consejos de administración de empresas altamente
contaminantes? No podemos quereros. Es la voluntad de un pueblo.
Necesitamos la República. La República en España es algo más que una
forma de gobierno. Siempre lo hemos vinculado a un cambio de régimen
lleno de simbolismo emancipador. En la historia de nuestro país, en ese
mito de las dos Españas, invariablemente habéis estado en la misma. Una
pequeñita donde siempre estaban también el grueso de los militares y los
sacerdotes gruesos (es decir, todos), financiados por banqueros y por
Santas Alianzas internacionales. También, claro, por ese pueblo abducido
para vuestra causa por tener el verdugo en sus cabezas. Claro que al
final hay gente de vuestro lado. Nos habéis llevado a misa a ostias y a
hostias. También haciéndonos creer que los ricos también lloran o que
podemos vivir vicariamente a través de vuestros palacios y vuestras
fiestas. Hace más daño Salsa Rosa, el Hola y el confesionario que el
Mein Kampf.
No serás rey, Felipe. Cuando estudiaste en Canadá, te
dieron el premio al mejor compañero. Podrían haberte dado el de física,
el de matemáticas, el de historia o el de redacción. Pero tuviste que
venirte con el de mejor compañero. No haberlo recibido. Nos gustaría que
fuera os celebraran por inteligentes o por solidarios, no por vuestro
glamour aristocrático. Sabemos que después de los asesinatos de Al Qaeda
en Atocha -qué lástima, tu padre podía haber salido a decir que no
había sido ETA, pero se quedó callado, dando por buena la mentira del
gobierno de Aznar y del candidato, entonces, Rajoy-, digo, después de
aquella barbarie, anulaste tu luna de miel. Pero no fue verdad. Nos
enteramos después de que te habías ido, en secreto, de viaje. En un
avión sólo para vosotros, tus amigos -donde no hay noticia de que haya
ningún trabajador-, al Caribe. Nos enteramos porque hubo un incidente en
un aeropuerto en Estados Unidos. Dijiste que anulabas el viaje en
solidaridad con el dolor que teníamos por los casi 200 muertos. Pero no
te dolía, porque te fuiste a la playa a celebrar. Como Ana Botella con
las muchachas muertas en el Madrid Arena, de las que informaba entre
viaje y viaje a un balneario en Portugal. Sois la misma España. Una que
no queremos. Una que necesitamos superar.
Fuiste hace poco a
Caracas, a las exequias de Chávez. Escuché que te abucheaban. Te fuiste
pronto. Ni siquiera te quedaste a la toma de posesión del Presidente
electo, Nicolás Maduro. No tenías tampoco nada que charlar con Evo
Morales, con Rafael Correa, con Cristina Fernández, con Mel Zelaya o
Fernando Lugo. Esa gente ya no está en esa lógica de las Cumbres que se
inventó Felipe González para hacer negocios con sus amigos. Vaya vaya
con la "madre patria".
Es cierto que nunca pedisteis disculpas
por el "por qué no te callas", ese tuteo autoritario de tu padre contra
un Presidente electo. Nunca se contó bien esa historia. En aquella
Cumbre, Aznar, nada más bajarse del avión, insultó, al pie de la
escalera, a Chávez -qué gran Presidente fue Aznar, el corresponsable de
la masacre de Irak-. Después de escuchar las declaraciones de Aznar,
Chávez, enfadado, recordó la participación de nuestro gobierno en el
golpe de Estado en Venezuela en abril de 2002. En el cierre, Zapatero,
sin corresponderle la palabra, intervino, de nuevo para defender a Aznar
y reprender al Presidente venezolano. Ahí es donde Chávez protestó. Y
ahí es donde tu padre, quizá con una digestión pesada, saltó con esas
maneras tan borbónicas. Ya ni siquiera ayudáis a una buena relación con
América Latina. Por esto, tampoco puedes ser rey, Felipe.No serás rey,
Felipe.
Tenemos que crecer como ciudadanos. Asumir las
consecuencias de nuestros propios actos. Necesitamos solventar nuestra
relación entre los diferentes pueblos de España. Con un rey es imposible
ese diálogo. Tenemos que sentarnos en igualdad de condiciones.Y
necesitamos discutir también nuestra relación con esa iglesia que se
mete en nuestras escuelas, en nuestras camas, en nuestras universidades y
en nuestros laboratorios. Con un rey católico, apostólico y romano no
es posible. Necesitamos frenar el papel de los lobbies, las
intermediaciones empresariales, los patrocinios interesados que invitan a
tantas oscuridades. Con reyes ricos y lobistas eso no es posible.. Sois
un mal ejemplo para otro tipo de emprendedores. ¿Cuantos yates y
vacaciones os han financiado empresarios con intereses confesados e
inconfesables?
Tenemos que tomar las riendas de nuestro futuro en
nuestras manos. En la crisis actual del modelo, una crisis que es
integral, ninguna solución pasa por tutela alguna. Para eso necesitamos
ser ciudadanos plenos. Con un rey, no es posible. El pueblo necesita
decidir quién tiene que representar nuestra aventura común como sociedad
y cómo articulamos nuestras relaciones. Asumir esa responsabilidad.
Crecer. Seguramente tú, Felipe, vas a priorizar el mantenimiento de tu
puesto de trabajo. Es tu principal interés. Te educaron para eso. Tu
interés por un lado, el nuestro por otro. A ti te hacemos siempre falta
nosotros. A nosotros no nos haces falta tú. Y porque nosotros somos el
pueblo, no vas a ser rey, Felipe. Pero tranquilo: no depende de ti.
Sabemos que esa tarea es exclusivamente nuestra. Estamos en ello.