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a un poeta futuro poema de LUÍS CERNUDA

Luis Cernuda

A UN POETA FUTURO
No conozco a los hombres. Años llevo
De buscarles y huirles sin remedio.
¿No les comprendo? ¿O acaso les comprendo
Demasiado? Antes que en estas formas
Evidentes, de brusca carne y hueso,
Súbitamente rotas por un resorte débil
Si alguien apasionado les allega,
Muertos en la leyenda les comprendo
Mejor. Y regreso de ellos a los vivos,
Fortalecido amigo solitario,
Como quien va del manantial latente
Al río que sin pulso desemboca.
No comprendo a los ríos. Con prisa errante pasan
Desde la fuente al mar, en ocio atareado,
Llenos de su importancia, bien fabril o agrícola;
La fuente, que es promesa, el mar sólo la cumple,
El multiforme mar, incierto y sempiterno.
Como en fuente lejana, en el futuro
Duermen las formas posibles de la vida
En un sueño sin sueños, nulas e inconscientes,
Prontas a reflejar la idea de los dioses.
Y entre los seres que serán un día
Sueñas tu sueño, mi imposible amigo.
No comprendo a los hombres. Mas algo en mí responde
Que te comprendería, lo mismo que comprendo
Los animales, las hojas y las piedras,
Compañeros de siempre silenciosos y fieles.
Todo es cuestión de tiempo en esta vida,
Un tiempo cuyo ritmo no se acuerda,
Por largo y vasto, al otro pobre ritmo
De nuestro tiempo humano corto y débil.
Si el tiempo de los hombres y el tiempo de los dioses
Fuera uno, esta nota que en mí inaugura el ritmo,
Unida con la tuya se acordaría en cadencia,
No callando sin eco entre el mudo auditorio.
Mas no me cuido de ser desconocido
En medio de estos cuerpos casi contemporáneos,
Vivos de modo diferente al de mi cuerpo
De tierra loca que pugna por ser ala
Y alcanzar aquel muro del espacio
Separando mis años de los tuyos futuros.
Sólo quiero mi brazo sobre otro brazo amigo,
Que otros ojos compartan lo que miran los míos.
Aunque tú no sabrás con cuánto amor hoy busco
Por ese abismo blanco del tiempo venidero
La sombra de tu alma, para aprender de ella
A ordenar mi pasión según nueva medida.
Ahora, cuando me catalogan ya los hombres
Bajo sus clasificaciones y sus fechas,
Disgusto a uno por frío y a los otros por raro,
Y en mi temblor humano hallan reminiscencias
Muertas. Nunca han de comprender que si mi lengua
El mundo cantó un día, fue amor quien la inspiraba.
Yo no podré decirte cuánto llevo luchando
Para que mi palabra no se muera
Silenciosa conmigo, y vaya como un eco
A ti, como tormenta que ha pasado
Y un son vago recuerda por el aire tranquilo.
Tú no conocerás cómo domo mi miedo
Para hacer de mi voz, mi valentía,
Dando al olvido inútiles desastres
Que pululan en torno y pisotean
Nuestra vida con estúpido gozo,
La vida que serás y que yo casi he sido.
Porque presiento en este alejamiento humano
Cuán míos habrán de ser los hombres venideros,
Cómo esta soledad será poblada un día,
Aunque sin mí, de camaradas puros a tu imagen.
Si renuncio a la vida es para hallarla luego
Conforme a mi deseo, en tu memoria.
Cuando en hora tardía, aún leyendo
Bajo la lámpara luego me interrumpo
Para escuchar la lluvia, pesada tal borracho
Que orina en la tiniebla helada de la calle,
Algo débil en mí susurra entonces:
Los elementos libres que aprisiona mi cuerpo
¿Fueron sobre la tierra convocados
Por esto sólo? ¿Hay más? Y si lo hay ¿adónde
Hallarlo? No conozco otro mundo si no es este,
Y sin ti es triste a veces. Ámame con nostalgia,
Como a una sombra, como yo he amado
La verdad del poeta bajo nombres ya idos.
Cuando en días venideros, libre el hombre
Del mundo primitivo a que hemos vuelto
De tiniebla y de horror, lleve el destino
Tu mano hacia el volumen donde yazcan
Olvidados mis versos, y lo abras,
Yo sé que sentirás mi voz llegarte,
No de la letra vieja, mas del fondo
Vivo en tu entraña, con un afán sin nombre
Que tú dominarás. Escúchame y comprende.
En sus limbos mi alma quizá recuerde algo,
Y entonces en ti mismo mis sueños y deseos
Tendrán razón al fin, y habré vivido.

 Como quien espera el alba, 1947.

LEE A OROZCO PILAR IGLESIAS POEMA LEJOS

OLGA OROZCO



  • Por artevoz



  • POESÍA EN LOS TALLERES

  • Lejos autor olga orozco




      Lejos,
      de corazón en corazón,
      más allá de la copa de niebla que me aspira desde el fondo del vértigo,
      siento el redoble con que me convocan a la tierra de nadie.
      (¿Quién se levanta en mí?
      ¿Quién se alza del sitial de su agonía, de su estera de zarzas,
                                                                                y camina con la memoria de mi pie?)
      Dejo mi cuerpo a solas igual que una armadura de intemperie hacia adentro
      y depongo mi nombre como un arma que solamente hiere.
      ¿(Dónde salgo a mi encuentro con el arrobamiento de la luna contra
                                                                                              el cristal de todos los albergues?)
      Abro con otras manos la entrada del sendero que no sé adónde da
      y avanzo con la noche de los desconocidos.

      (¿Dónde llevaba el día mi señal, pálida en su aislamiento,
      la huella de una insignia que mi pobre victoria  arrebataba al tiempo?)

      Miro desde otros ojos esta pared de brumas
      en donde cada uno ha marcado con sangre el jeroglífico de su soledad,
      y suelta sus amarras y se va en un adiós de velero fantasma hacia el naufragio.
      (¿No había en otra parte, lejos, en otro tiempo, una tierra extranjera,
      una raza de todos menos uno, que se llamó la raza de los otros,
      un lenguaje de ciegos que ascendía en zumbidos y en burbujas hasta la sorda noche?)
      Desde adentro de todos no hay más que una morada bajo un friso de máscaras;
      desde adentro de todos hay una sola efigie que fue inscripta en el revés del alma;
      desde adentro de todos cada historia sucede en todas partes:
      no hay muerte que no mate, no hay nacimiento ajeno ni amor deshabitado.
      (¿No éramos el rehén de una caída, una lluvia de piedras desprendida del cielo,
      un reguero de insectos tratando de cruzar la hoguera del castigo?)
      Cualquier hombre es la versión en sombras de un Gran Rey herido en su costado.

      Despierto en cada sueño con el sueño con que Alguien sueña el mundo.
      Es víspera de Dios. Está uniendo en nosotros sus pedazos.


      Olga Orozco detrás de aquella puerta


      • Olga Orozco




      Detrás de aquella puerta

      En algún lugar del gran muro inconcluso está la puerta,
      aquella que no abriste
      y que arroja su sombra de guardiana implacable en el revés de todo tu destino.
      Es tan sólo una puerta clausurada en nombre del azar,
      pero tiene el color de la inclemencia
      y semeja una lápida donde se inscribe a cada paso lo imposible.
      Acaso ahora cruja con una melodía incomparable contra el oído contra el oído de tu ayer,
      acaso resplandezca como un ídolo de oro bruñido por las cenizas del adiós,
      acaso cada noche esté a punto de abrirse en la pared final del mismo sueño
      y midas su poder contra tus ligaduras como un desdichado Ulises.
      Es tan sólo un engaño,
      una fabulación del viento entre los intersticios de una historia baldía,
      refracciones falaces que surgen del olvido cuando lo roza la nostalgia.
      Esa puerta no se abre hacia ningún retorno;
      no guarda ningún molde intacto bajo el pálido rayo de la ausencia.
      No regreses entonces como quien al final de un viaje erróneo
      cada etapa un espejo equivocado que te sustrajo el mundo
      descubriera el lugar donde perdió la llave y trocó por un nombre confuso la consigna.
      ¿Acaso cada paso que diste no cambió, como en un ajedrez,
      la relación secreta de las piezas que trazaron el mapa de toda la partida?
      No te acerques entonces con tu ofrenda de tierras arrasadas,
      con tu cofre de brasas convertidas en piedras de expiación;
      no transformes tus otros precarios paraísos en páramos y exilios,
      porque también, también serán un día el muro y la añoranza.
      Esa puerta es sentencia de plomo; no es pregunta.
      Si consigues pasar,
      encontrarás detrás, una tras otra, las puertas que elegiste. 

      2017 aGOSTO

      Olga Orozco CON ESTA BOCA EN ESTE MUNDO Nacida en Castellano lee pilar Iglesias

      leído por Pilar Iglesias

      CON ESTA BOCA, EN ESTE MUNDO...

      No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,
      aunque me tiña las encías de color azul,
      aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,
      aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas
      y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.

      Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,
      ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,
      y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,
      ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta  dura nieve
      donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.

      Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.
      Hemos hablado demasiado del silencio,
      lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,
      como si en él yaciera el esplendor después de la caída,
      el triunfo del vocablo con la lengua cortada.

      ¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!
      He dicho ya lo amado y lo perdido,
      trabé con cada sílaba los bienes que más temí perder.
      A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,
      retumban, se propagan como el trueno
      unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.
      Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.
      Hemos ganado. Hemos perdido, porque ¿cómo nombrar con esa boca,
      cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?



      Olga Orozco AL PIE DE LA LETRA PARA HACER UN TALISMAN Y LA MALA SUERTE

      Olga Orozco



      PARA HACER UN TALISMÁN



      PARA HACER UN TALISMÁN

      Se necesita sólo tu corazón
      hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios.
      Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la idolatría.
      Nada más que un indefenso corazón enamorado.
                                                                     Déjalo a la intemperie,
      donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca y no pueda dormir,
      donde el viento y la lluvia dejen caer su látigo en un golpe de azul escalofrío
      sin convertirlo en mármol y sin partirlo en dos,
      donde la oscuridad abra sus madrigueras a todas las jaurías y no logre olvidar.
      Arrójalo después desde lo alto de su amor al hervidero de la bruma.
      Ponlo luego a secar en el sordo regazo de la piedra,
      y escarba, escarba en él con una aguja fría hasta arrancar el último grano de esperanza.
      Deja que lo sofoquen las fiebres y la ortiga,
      que lo sacuda el trote ritual de la alimaña,
      que lo envuelva la injuria hecha con los jirones de sus antiguas glorias.
      Y cuando un día un año lo aprisione con la garra de un siglo, antes que sea tarde,
      antes que se convierta en momia deslumbrante,
      abre de par en par y una por una todas sus heridas:
      que las exhiba al sol de la piedad, lo mismo que el mendigo,
      que plaña su delirio en el desierto,
      hasta que sólo el eco de un nombre crezca en él con la furia del hambre:
      un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío.

      Si sobrevive aún, si ha llegado hasta aquí hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios;
      he ahí un talismán más inflexible que la ley, más fuerte que las armas y el mal del enemigo.
      Guárdalo en la vigilia de tu pecho igual que a un centinela.
      Pero vela con él.
      Puede crecer en ti como la mordedura de la lepra; puede ser tu verdugo.
      ¡El inocente monstruo, el insaciable comensal de tu muerte!







                                                                AL PIE DE LA LETRA


      voz Pilar Iglesias


      El tribunal es alto, final y sin fronteras.
      S
      ensible a las variaciones del azar como la nube o como el fuego,
      registra cada trazo que se inscribe sobre los territorios
      insomnes del destino.
      De un margen de la noche a otro confín, del permiso a la culpa,
      dibujo con mi propia trayectoria la escritura fatal, el ciego testimonio.
      Retrocesos y avances, inmersiones y vuelos, suspensos y caídas
      componen ese texto cuya ilación se anuda y desanuda con las vacilaciones,
      se disimula con la cautela del desvío y del pie sobre el vidrio,
      se interrumpe y se pierde con cada sobresalto en sueños del cochero.
      ¿Y cuál será el sentido total, el que se escurre como la bestia de la trampa
      y se oculta a morir entre oscuras malezas dejándome la piel o huye sin detenerse por los blancos de las encrucijadas,
      laberinto hacia adentro?
      Delación o alegato, no alcanzo a interpretar las intenciones
      del esquivo mensaje.
      Difícil la lectura desde aquí, donde violo la ley y soy el instrumento,
      donde aciertos y errores se propagan como una ondulación,
      un vicio del lenguaje o las disciplinadas maniobras de una peste,
      y cambian el color de todo mi prontuario en adelante y hacia atrás.
      Pero hay alguien a quien no logra despistar la ignorancia,
      alguien que lee aun bajo las tachaduras y los desmembramientos de mi caligrafía
      mientras se filtra el sol o centellea el mar entre dos líneas.
      Impresa está con sangre mi confesión; sellada con ceniza.





      LA MALA SUERTE

      Alguien marcó en mis manos,
      tal vez hasta en la sombra de mis manos,
      el signo avieso de los elegidos por los sicarios de la desventura.
      Su tienda es mi morada.
      Envuelta estoy en la sombría lona de unas alas que caen y que caen
      llevando la distancia dondequiera que vaya,
      sin acertar jamás con ningún paraíso a la medida de mis tentaciones,
      con ningún episodio que se asemeje a mi aventura.
      Nada. Antros donde no cabe ni siquiera el perfume de la perduración,
      encierros atestados de mariposas negras, de cuervos y de anguilas,
      agujeros por los que se evapora la luz del universo.
      Faltan siempre peldaños para llegar y siempre sobran emboscadas y ausencias.
      No, no es un guante de seda este destino.
      No se adapta al relieve de mis huesos ni a la temperatura de mi piel,
      y nada valen trampas ni exorcismos,
      ni las maquinaciones del azar ni las jugadas del empeño.
      No hay apuesta posible para mí.
      Mi lugar está enfrente del sol que se desvía o de la isla que se aleja.
      ¿No huye acaso el piso con mis precarios bienes?
      ¿No se transforma en lobo cualquier puerta?
      ¿No vuelan en bandadas azules mis amigos y se trueca en carbón el oro que yo toco?
      ¿Qué más puedo esperar que estos prodigios?
      Cuando arrojo mis redes no recojo más que vasijas rotas,
      perros muertos, asombrosos desechos,
      igual que el pobrecito pescador al comenzar la noche fantástica del cuento.
      Pero no hay desenlace con aplausos y palmas para mí.
      ¿No era heroico perder? ¿No era intenso el peligro? ¿No era bella la arena?
      Entre mi amado y yo siempre hubo una espada;
      justo en medio de la pasión el filo helado, el fulgor venenoso
      que anunciaba traiciones y alumbraba la herida en el final de la novela.
      Arena, sólo arena, en el fondo de todos los ojos que me vieron.
      ¿Y ahora con qué lagrimas sazonaré mi sal,
      con qué fuego de fiebres consteladas encenderé mi vino?
      Si el bien perdido es lo ganado, mis posesiones son incalculables.
      Pero cada posible desdicha es como un vértigo,
      una provocación que la insaciable realidad acepta,
      más tarde o más temprano.
      Más tarde o más temprano,
      estoy aquí para que mi temor se cumpla.

      LAS ÁREAS DE TRABAJO DE LA ASOCIACIÓN